Gudari, camarada, que sacaste pecho
ante la amenaza de la clandestinidad
y en alto el puño ante el feroz hecho
de la represión y los disparos silbando en tu oído.
Te lanzaste a conquistar monte, hermano,
a golpe de irrintzi, fusil y DNI falso,
había que combatir la opresión y nosotros,
únicamente teníamos pies y manos.
Pero no importaba, ni dormir al raso,
ni en pensiones, ni pasar hambre,
ni abandonar nuestras vidas, paso a paso,
muerto a muerto, nos dimos cuenta de que no teníamos nada.
Salvo un horizonte de victoria,
que se antojaba lejano y unas siglas,
manchadas de sangre, culpable, e inocente,
que nos impedían volver atrás.
Muchos se quedaron en el camino,
a justicia sumaria disparada,
por los perros del enemigo, otros,
sufrieron el horrible futuro de cárcel y tortura.
Pero ya no creíamos en nada,
se desvanecía nuestra guerra popular
y nuestra lucha armada, se convertía en un halo de humo,
que no nos dejaba posibilidad de exiliarnos.
A veces perdíamos tanto la ilusión
que deseábamos ser cazados;
Pero nosotros éramos E.T.A.
y no podíamos avanzar, ni nos permitían retroceder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario