miércoles, 26 de octubre de 2016

Es complicado

Es jodidamente complicado, volver un año después y como si nada tratar de volver a vomitar basura en este lugar como antes lo hacía, es algo parecido a cuando te reencuentras con una persona que hacía mucho que no veías y no sabes por donde empezar, ambas personas han cambiado y en el fondo se resultan básicamente desconocidas, como yo, supongo, me percibo desconocida respecto a mí, y respecto a todo lo que era o pude ser.

Bien, ¿por donde podríamos empezar? Nunca superé del todo las adicciones y aunque a veces pase tiempo sin consumir sigo soñando con la droga casi a diario, tiemblo de solo imaginarme apartada de ella, y cuando no me queda mas remedio porque se acabó el dinero o por cualquier otra razón simplemente tumbo mi piel sobre el suelo y lloro, lloro amargamente rasgando mi piel con las uñas quebradas de mi politoxicomanía.

Dejé de estudiar, dejé de escribir, trabajé lo que pude, tuve que volver a casa de mis padres, esa maldita y asquerosa casa con una lágrima y un golpe en cada esquina, intenté construir sueños y edificar con pasión el siguiente paso, únicamente para caerme de boca contra la acera, y hundida allá abajo, reí, reí con todas mis fuerzas hasta romperme las cuerdas vocales y derribé paredes a cabezazos aunque dolía mas el alma que el cuerpo al enfretarme al mundo.

No mejoré, oh hermanitas mías, en el tiempo que no estuve acá, bajé a lo hondo del infierno como si huyera de la posibilidad lejana de ser feliz, robé, bailé, lloré una y otra vez, leí lo que pude, luché, recorrí los bajos fondos y no sirvió para demasiado, pero al menos puedo decir con la boca grande que nunca vendí mi espíritu, sigo siendo yo, aunque ahora sea una mujer, sigo siendo yo, tatuada y tóxica, perra y callejera, demencial y acelerada.

Pero triste, eternamente triste.

Seguiremos adelante, aunque solo sea por curiosidad, aunque flaqueen las fuerzas y mis piernas no quieran continuar.

Volveremos a vernos.


1 comentario:

  1. La vida no existe, tan solo el dolor del silencio, un silencio quebrado por quién te acompaña, que es la mejor espada con la que se combate el enrevesado gordiano de la vida.

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