domingo, 3 de agosto de 2014

Albayzín

Correcta, sinuosa y enferma
como me encontraba yo al llegar aquí
en efecto, mi poesía, tan quimérica
y extensa como callejones del albayzín.

Media piedra de hachís que quemo,
junto a viejos papeles y una guitarra
que me arde en el pecho y el tiempo que me amarra
cuando recuerdo, que dejé el Albayzín.

Soñando que no iba al mirador ni un turista
y la policía se volvía en calle Elvira
que la copa y crisol de colores y razas
teñía de rojo y no de verde las paredes del Albayzín.

Y mientras mis pasos dilapidan el horizonte
que ante mis ojos destila el opio del sacromonte
yo aún recuerdo, cuando vine a Granada, sin tí,
que me dio por perderme, mirando al cielo
                                                       y  al suelo del Albayzín.

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