Nunca, nunca termina, y la vida
se nos define como una brisa
incesante que nos golpea la cara,
imparable como una nerviosa risa,
impagable como una muerte indolora.
Falsedad y vacío, formas y figuras,
un nudo en la garganta y la vista
indecisa ante el futuro incierto,
pero el futuro acaba de pasar,
como un susurro, ante nuestras abiertas bocas,
impasible, como si ya no le importara.
En el fondo así es, no hay fín,
nada lo es, ni la muerte, ni siquiera la vida,
pero irremediablemente sigo aquí,
aunque al tiempo ya no le importa.
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