viernes, 4 de enero de 2013

Reflexión clasista sobre el arte

La premisa de esta reflexión es simple, existe un arte para ricos, y un arte para pobres.

¿En qué pienso cimentar esta acusación? Simple.

Empecemos por la pintura, por ejemplo, en este campo no se aprecia especialmente, sin embargo, Picasso, por ejemplo, con su Guernica, mostrando los horrores de la guerra, o Sergio Cena, un pintor definido como de la causa obrera, no son en absoluto comparables, a los techos de Miguel Ángel, o a las pinturas impresionistas.

Música, bueno, comparadme arias de Wagner, el músico antisemita, con los acordes de paco ibáñez,
el recargamiento barroco, con la reacción del jazz, que intentaba expresar el sufrimiento de un pueblo.

Literatura, este es el mayor exponente, la dialéctica entre obras como la Celestina y Lazarillo de Tormes, en las que se critica la existencia del pobre, y la opulencia de la Iglesia.

Poesía, aquí simplemente comparad, versos de Góngora, con versos de Quevedo, o con versos de Machado, Alberti...

En resumidas cuentas, existe un arte para ricos, que pretende ocultar la "segunda" realidad, la realidad del pobre, un arte cargado de bonitas escenas, prados verdes, pajaritos, silbando.

Y existe un arte crítico, que muestra al mundo, cual es la miserabilidad en la que viven los campesinos, los obreros, y que está destinado a remover conciencias, para que estas quieran cambiarla.

Así que desde aquí, reivindico el arte para los pobres, reivindico las tuberías humeantes, las casas hacinadas, las muertes, los jornales a destajo, desde aquí reivindico al Lazarillo de Tormes, al caballo galopante de Alberti, a la madre de Maximo Gorki, a las diosas negras del Soul, desde aquí reivindico la radicalidad del arte, y su carga obrera.


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